miércoles, 6 de octubre de 2010

Ser o no ser anticapitalista…

Cuando los intelectuales bien formados, esto es, los que en algún momento de sus vidas han comprendido la naturaleza del capitalismo caen en la cotidianidad,  tienden a olvidar que la mayoría de los males y problemas que vivimos encuentran su explicación en el sistema mismo y en consecuencia, al proponer soluciones por muy bien intencionadas que estas sean, resultan imposibles de ser llevadas a la práctica porque chocan con los límites que el sistema impone. Semejantes son los consejos que le ofrecen a ARENA algunos analistas políticos, olvidando la naturaleza, la esencia y los objetivos de un partido como éste. De seguir las sugerencias que se le hacen a ARENA, éste dejaría de ser lo que es, i.e., un partido  de derecha que busca  proteger y promover los intereses de la fracción de clase que lo controla o los intereses mediatos de la clase capitalista para la cual existe en última instancia.

Otros en cambio como nunca han comprendido la esencia del capitalismo, ni la naturaleza clasista de estas sociedades, creen de buena fe que muchos de los problemas que sufrimos, pudieran solucionarse mediante gobiernos capaces y honestos, con respeto a las libertades ciudadanas y creando toda una institucionalidad propia de las democracias capitalistas. Sin siquiera caer en la cuenta que además de los males propios del capitalismo, sufrimos adicionalmente las consecuencias de ser países dependientes económica, política y culturalmente y que el imperialismo es, hoy en día, más real que nuca y que en consecuencia, los posibilidades de avanzar hacia el desarrollo forjando nuevos caminos son cada vez mas una quimera, al menos, mientras perviva el imperio gringo y,o no lo enfrentemos de manera unida los pueblos latinoamericanos con nuevas visiones y nuevas estrategias de lucha.

Existen también quienes por padecer una simple mentalidad de derecha, defienden el sistema capitalista, sin percatarse que éste es precisamente la causa de sus males, de sus problemas y de sus desgracias. Gracias al bombardeo publicitario o propagandístico, a la educación escolar o familiar, a la influencia de religiones retardatarias, etc. La mentalidad de derecha se convierte en una de las principales causas o razones del comportamiento paradójico de las víctimas del sistema. El sistema los tiene hundidos en la miseria material y espiritual pero no son capaces de establecer una relación de causalidad, entre sistema capitalista y pobreza, exclusión social, desempleo, bajos salarios, desnutrición, insalubridad, contaminación y degradación ambiental. Entender que el sistema sólo reconoce la racionalidad de la ganancia, parece algo demasiado intrincado. En tanto que se entiende la ganancia de manera vaga e imprecisa y al hacerlo pareciera que todos buscamos ganar, salir gananciosos, obtener ganancias. De manera que las diferencias cualitativas que presentan un vendedor de mango twist y un gran empresario capitalista, se borran. Y quedan sólo las diferencias cuantitativas: uno gana poco y otro gana mucho. Y pareciera que ambos son seres de la misma especie: empresarios, que necesitan del sistema capitalista para poder operar y ganar.

Pero existen también aquellos que sin ser parte de la burguesía, disfrutan del sistema y poseen una ideología de derecha igual o peor que la burguesía. Sus vidas cómodas les llevan a pensar que el sistema brinda oportunidades para todos, que las maravillas de la libre empresa allí están y que sólo es cuestión de trabajo y esfuerzo para lograr ser un triunfador, esto es, tener algún tipo de comodidad material. Los pobres, los excluidos, los marginados lo son porque nunca han querido trabajar, son viciosos e irresponsables. La tontera de los pobres es tal, agregan, que se cargan de hijos a los que mal alimentan y son incapaces de educar, con lo cual lo único que están asegurando es reproducir su condición de pobreza. Y la pobreza es tierra fértil para cultivar vagancia, delincuencia, prostitución, drogadicción y más pobreza. Adoran el sistema, defienden el sistema, presumen de demócratas, de ser buenos cristianos y están dispuestos a cualquier acto inmoral, ilegal o de sobalevismo con tal de escalar posiciones económicas privilegiadas y cuando las adquieren, se sienten triunfadores y buscaran por todos los medios justificar la desgracia o la miseria de los otros, más nunca reconocerán que al ser ellos unos vendidos, contribuyen a preservar el sistema y todos sus males.

Sé que la realidad social es mucho más compleja, pero me parece que esos cuatro grupos señalados son bastante representativos de nuestra población y para los fines que persigo basta con referirme a ellos. Ya que la cuestión de la que busco ocuparme es ¿por qué soy anticapitalista? Lo cual nos lleva a preguntarnos ¿qué entiendo por tal? Pudiera parecer obvio; sin embargo no lo es. Se podrá decir un anticapitalista es un comunista, un socialista, un maoísta, un troskista, un anarquista, un revolucionario marxista leninista, etc. Y si bien todos los que caben bajo esos calificativos son anticapitalistas, no hay razón alguna para confundirlos en tanto que poseen elementos que les diferencian y les hacen ser lo que son. Inclusive se puede ser anticapitalista por ser profundamente humanista o ecologista radical. Como se ve la cuestión no es tan sencilla y como mi objetivo no es captar adeptos para algunas de esas corrientes y como ocurre que tampoco me siento a gusto con algunos de esos apellidos y pudiera ocurrir que me incluyo en el etcétera, no me da la gana definirme más allá de ser anticapitalista. Ya que, reitero, lo que busco es responder, precisamente, a la pregunta: ¿Por qué soy anticapitalista?

Veamos primero una razón de carácter general y ésta es la siguiente: cualquier problema económico, social, cultural, político, jurídico, ideológico o ecológico, si se analiza bien y se va hasta la raíz del mismo, se encontrará siempre que a la base está el sistema capitalista y su racionalidad, esto es, la búsqueda de maximizar ganancias. Y cualquiera pudiera pensar pero qué de malo tiene el buscar ganancias, si se hace de una manera legal, será, obviamente, un acto legítimo.

Cualquier empresario podrá argumentar: Nosotros, les pagamos a nuestros trabajadores el salario que establece la ley, pagamos los impuestos conforme lo establece la ley, producimos artículos que la ley nos autoriza a producir, lo hacemos con técnicas no contaminantes del medio ambiente. Durante más de cincuenta años hemos venido produciendo bebidas alcohólicas que son el deleite de la población e, inclusive, hemos colaborado con el deporte nacional realizando muchas donaciones, las cuales, obviamente, deducimos de los impuestos como lo establece la ley. Y como además hemos sabido administrar muy bien la empresa, hemos logrado acumular una cuantiosa fortuna y ahora somos una de las familias más ricas del país, lo cual obviamente más que motivo de vergüenza es motivo de orgullo, ya que con nuestras empresas damos empleo a muchos miles de trabajadores y contribuimos al bienestar de la población y al engrandecimiento de nuestro país.

Veamos el caso anterior, donde se apela a la legalidad y de donde se deduce que el actuar es legítimo. ¿Qué es ley? Los que hacen las leyes la han definido como una expresión de la voluntad soberana que manifestada en la forma prescrita por la constitución manda, prohibe y permite. Es una norma de conducta, de comportamiento y en eso no hay discusión. El problema comienza cuando se arguye que es una expresión de la voluntad soberana y se nos ha dicho también que la soberanía reside en el pueblo. Si esto fuese así, ¿usted cree que el pueblo se decretaría unos salarios mínimos que no bastan ni siquiera para comer, o que se nos obligue a pagar el 13% de impuesto en cualquier compra o que los impuestos en general castiguen a los más pobres y premien a los más ricos, esto es, que sean regresivos?

Las leyes en cualquier sistema capitalista están elaboradas pensando en que funcione el sistema capitalista y para que ello ocurra, se buscará que los capitalistas tengan aseguradas sus ganancias y con ello la posibilidad de acumular más y más riqueza.

Pero volvamos a nuestro empresario y a su legalidad argumentada, de la cual deduce la legitimidad de su conducta. ¿Será legítimo que el empresario haya acumulado una cuantiosa fortuna, mientras que sus trabajadores sigan igual de pobres? ¿Cómo es posible que si el trabajador es quien crea la riqueza, este participe de manera tan desigual en la distribución de la misma? ¿Será legítimo que existan unas pocas personas muy ricas, inmensamente ricas, mientras otras muchas, muchísimas, sean muy pobres, pobrísimas? ¿Y cómo se explica que unos se hagan muy ricos, los menos, y otros, los más, a pesar de trabajar y muy duro, sigan siendo pobres? Obviamente, porque unos explotan a los otros. Porque de toda la riqueza que crean los trabajadores una mínima parte va para ellos y la gran mayoría va para los ricos. Para el trabajador sólo va el salario, y es por eso, que los ricos siempre buscan pagar poco. Ya que de cada trabajador a su servicio, exprimen una buena parte de la riqueza que éste genera. La explotación del trabajador es la única forma de entender, por qué unos se hacen muy ricos y otros permanecen pobres, a pesar de trabajar toda su vida útil. Y claro, cuantos más trabajadores sean explotados más riqueza acumulará el empresario capitalista. El sistema funciona así.

El empresario alega que su actividad es legal, ciertamente, la ley le permite producir bebidas alcohólicas. Hubo un tiempo en que esta actividad fuente de grandes beneficios, era exclusiva del Estado, seguramente, porque era el Estado mismo el que tenía que cargar con los costos sociales que provoca el consumo de bebidas alcohólicas. Pero como la burguesía siempre ha querido controlar todas las actividades económicas que generan beneficios, se privatizó la producción de bebidas alcohólicas, como después se han privatizado los bancos, las comunicaciones, la energía eléctrica, las pensiones y quieren ahora privatizar los servicios de salud y el agua. ¿Pero será legítimo que el empresario de marras promueva el consumo de una bebida alcohólica, que es sabido que genera adicción y lo haga de la manera más cínica asociando su consumo a los deportes y estimulando el mismo entre los jóvenes? Y que a pesar de ser responsable de haber propiciado la adicción y todos los daños y costos sociales que ello conlleva, no pague por ello, mientras acumula una cuantiosa fortuna. Y que adicionalmente ocurre que nadie le ha llamado narcotraficante a pesar de que trafica con una droga. El sistema es así, adecua la moral y los principios a la conveniencia de los capitalistas, de allí que al narco-empresario se le considere un modelo de empresario, de un hombre emprendedor y de éxito.. 

Este es el capitalismo, así es el sistema en el que vivimos. ¿Vivimos? Vivir tiene que ser otra cosa, algo distinto a pasar nuestra existencia trabajando, algunos tan sólo para no morir de hambre, otros para tener unas cuantas cosas materiales, otros para pagar la casa, los muebles y los aparatos; otros que adicionalmente pagan el carro, el colegio de los hijos, el seguro de salud y de vida, el teléfono, el cable, la lavadora, la secadora, los pasajes de avión, la cuota del club, etc, etc. Levantarse a las cuatro de la mañana, tomar el autobús a las cinco, llegar al trabajo a las siete salir a las cuatro, a las cinco o a las seis y retornar a la casa a las siete, a las ocho, o a las nueve, medio dormidos, mal comidos y cansados, para iniciar la misma rutina al día siguiente. Y todo para ganar el salario mínimo en una maquiladora ¿Será esto vida? Yo creo que la vida tiene que ser otra cosa. Pero el capitalismo sólo ofrece vida a la burguesía y a quienes son sus cómplices. Aunque tampoco estoy muy seguro de eso. Pienso que tampoco ellos tienen vida, tienen cosas, tienen dinero, casas, piscinas, carros, aviones, yates, etc. Pero muy poca vida. La vida tiene que ser otra cosa.

También por esto soy anticapitalista. Estoy por la vida, no por la mera existencia, por muy cómoda que pueda ser.

Veamos otro ejemplo. La carencia de viviendas. A pesar de que existe algo que se denomina Fondo Social para la Vivienda (FSV), existen cientos de miles de personas en el país que no poseen vivienda digna, ni propia. ¿Por qué en pleno siglo XXI, a pesar del desarrollo tecnológico y la existencia de instituciones que se preocupan por satisfacer esta necesidad social, siguen existiendo personas que no tengan vivienda propia? ¿Por qué? Porque no tienen los ingresos necesarios, ni siquiera para calificar en la obtención de un crédito con el FSV. Los precios de las viviendas, incluso las mínimas, las que eufemísticamente les llaman soluciones habitacionales, son aún demasiado altos para muchas personas y esto es así, porque sus salarios o ingresos son muy bajos o porque ni siquiera tienen empleo. Donde nuevamente aparece como responsable el sistema, los empresarios capitalistas que pagan salarios muy bajos, o que ni siquiera son capaces de generar empleo suficiente, aun pagando salarios miserables. Pero esto sería del lado del comprador, del usuario potencial de la vivienda. Pero ¿por qué los precios son demasiado altos, aun cuando los salarios de los trabajadores que las construyen son bajos? La respuesta tiene que provenir de los otros determinantes del precio por unidad elaborada, cuales serían la tierra, los materiales y las ganancias de los constructores. Cualquier constructor les dirá que el precio de la tierra es muy elevado y lo es porque el mercado así lo establece, lo que no atinará a decirle es por qué esto es así. Veamos ¿Por qué el precio de la tierra es tan elevado? Porque sencillamente el mercado no funciona cuando la oferta no se puede incrementar atendiendo a la demanda. No es posible producir más tierra. La superficie está dada. Pero además de ser una oferta rígida, inelástica en términos potenciales es manipulada artificialmente en términos de oferta efectiva. Se especula con la tierra sabiendo que a futuro su precio será mayor, esto es, no se venden superficies estratégicamente ubicadas esperando que su precio se incremente ante el uso de tierras menos estratégicamente ubicadas. Y esto es posible porque existe un monopolio en la propiedad de la tierra. Usted y sólo usted es el propietario de una determinada superficie y nadie puede usarla mientras usted no lo permita, mucho menos reproducirla a voluntad. Este simple hecho posibilita que los precios de la tierra se incrementen desmedida o desmesuradamente, posibilitando incrementar la fortuna de los terratenientes y limitando la posibilidad de tener acceso a la vivienda por parte de los pobres.  ¿Y quiénes son esos terratenientes? Pues aquellos que tuvieron suficiente poder económico  en el pasado para apropiarse grandes extensiones de tierra, ya sea por medios legales (compra) o ilegales (control del poder político). O sea que se trata de antiguos capitalistas que, por medio de la explotación y la sobre explotación, como cualquier capitalista, acumularon grandes fortunas, las cuales heredaron a sus descendientes. Esta es una forma mediante la cual se reproduce el sistema capitalista y se reproducen también las diferencias entre los ricos y los pobres, las cuales a causa de los mecanismos de acumulación de capital tienden a irse incrementando, o sea que los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres.

Pero también es importante considerar los otros factores que tienen que ver con  el precio de la vivienda, como son los materiales de construcción, lo cuales  incluyen un margen de ganancia en sus precios. Y en ocasiones cual es nuestro caso se pagan precios artificialmente elevados por el cemento, el cual es un componente importante dentro de la construcción. Y se pagan precios muy elevados porque no se permite la libre competencia, a pesar de todo lo que hablen los ricos a favor del mercado, pero cuando se trata de proteger una fuente muy importante de beneficios, la cual es controlada por los principales grupos empresariales del país, se excluye de los tratados de libre comercio. Esta es la realidad en el caso del cemento, excluido del tratado de libre comercio con México. Así es como la clase dominante opera, así es como se controla la economía, así es como se abusa del resto de la población y se amasan cuantiosas fortunas, las cuales alegan después que son fruto de su esfuerzo. ¡Pamplinas!
 
Además de la ganancia que exigirá para si el empresario constructor y los intereses que tendrá que pagar a los banqueros que financiaron el proceso de construcción de las viviendas y aún hay que incluir, en el pago efectivo que realizará el comprador de la vivienda: los intereses que cobrarán los banqueros por financiar la compra, los cobros de comisión por el préstamo, el seguro de la vivienda que servirá para que el banco se cobre la deuda en caso de un desastre y los gastos de escrituración por el crédito.

Siendo así como funciona el sistema capitalista, no es extrañar que exista tal cantidad de familias que no puedan tener acceso a una vivienda propia. Por esto también es que soy y seguiré siendo anticapitalista. Y como podemos observar, los problemas en el capitalismo son de tal naturaleza que sólo se pueden resolver cambiando el sistema. No entender o no aceptar este punto, revela cuál es nuestra realidad personal: ignorante, ingenuo o interesado.  

Si analizamos la problemática ambiental igualmente encontraremos que tras de la misma lo que se encuentra es el sistema capitalista y su búsqueda incesante de beneficios. El caso de la finca El Espino es un símbolo de todo el daño ecológico que efectúan los constructores sin que les importe un comino, siempre y cuando obtengan beneficios. Hubo protestas, hubo alegatos, hubo razonamientos, ¿qué no se hizo para detener la destrucción del bosque? Y sin embargo, nada fue capaz de detener la voracidad de los empresarios capitalistas. Nos argumentan que son los costos del progreso. El progreso, ¿de quién? Será en todo caso el de los ricos y a la larga, ni el de ellos, porque si convertimos el país en un desierto de asfalto y cemento, no habrá vida para nadie. Y eso es lo que están generando los constructores con su modelo expansivo de viviendas, el peor modelo para un país como el nuestro y con el agravante, que eligen zonas de tierras fértiles, con vocación agrícola, para construir miles de minúsculas casitas. ¿Por qué operan así? Porque lo único que les importa es la rentabilidad. ¿Y no sería posible evitarlo? Como no, cambiando el sistema. Cambiar el gobierno no basta, en tanto que el gobierno lo que persigue es la reproducción del sistema, así está diseñado todo el sistema jurídico y político. Pero abundemos en ejemplos: sabido que el asbesto debido al amianto que contiene produce cáncer y no obstante, se sigue produciendo láminas de asbesto y los constructores las siguen usando, ¿por qué? Porque rinde beneficios, de igual manera se sigue vendiendo productos que contienen Clorofluorocarbonos a pesar de que destruyen la capa de ozono; o se siguen usando vehículos que con sus emisiones ocasionan el efecto invernadero, además de contaminar el aire, las fábricas siguen contaminando el aire y el agua con sus emisiones o desechos tóxicos, etc. ¿Y por qué no actúan de otra manera? Porque se verían disminuidos sus beneficios. En última instancia, encontramos siempre: la rentabilidad del capital. Y todo te lo pueden perdonar, menos que atentes contra la sacrosanta rentabilidad del capital. Por esto, también es que soy anticapitalista.

Otra forma de comprender el sistema capitalista en nuestro país es analizar el modelo neoliberal maquilero, el cual es fácil comprenderlo, porque se reduce a cuatro elementos: el capital maquilero no paga impuestos, paga bajísimos salarios, exige grandes obras de infraestructura, así como servicios baratos y eficientes, todo para apropiarse de exorbitantes ganancias. Al no pagar impuestos es un capital subsidiado por el resto de la sociedad, la que tiene que cargar con los gastos en infraestructura. Siendo maquila no demanda materias primas producidas localmente, en consecuencia no estimula el crecimiento económico. Lo poco que se quedaría en demanda nacional vía salarios, también se va porque gracias a la apertura comercial la industria nacional casi ha desaparecido y finalmente, los elevados beneficios que se apropian son transferidos al exterior. Cuando los gobiernos se ufanan de la maquila es porque se creen muy listos y piensan que el resto de la sociedad está constituida por imbéciles.

Ahora bien, si la cosa es tan sencilla ¿por qué no resulta evidente? Primero porque no es evidente y no lo es porque una característica importante del sistema es el enmascaramiento, la metamorfosis de la realidad o la fetichización de la misma, lo cual se encuentra en la raíz del sistema mercantil capitalista.

Desde el momento en que consideramos a los productos del trabajo humano como mercancías, como valores, y no como simples objetos útiles, se desencadena toda una gama de fetiches que nos dominan, que nos esclavizan y que nos llevan a necesitarlos y a quererlos –como el adicto quiere la droga- y a hacer todo aquello que sea necesario para tenerlos. Así es el capitalismo, así funciona.

Nuestros hábitos de vida, de trabajo, nuestros valores, nuestros principios, nuestros sueños, nuestros anhelos van siendo condicionados por los fetiches. Fetiches que tienen su origen en una cosa tan simple y a la vez tan compleja como lo es la mercancía. De allí que mientras sigamos considerando a los productos del trabajo como mercancías, -lo cual es un producto social, obviamente, y al ser así no puede verse como algo natural-, no podremos liberarnos de los otros males que se derivan de tal fetichismo. Ello, a mi juicio, es una razón importante para ser anticapitalista, porque el capitalismo ha expandido a la enésima potencia, no sólo el fetichismo mercantil, sino el fetichismo de las marcas, del capital, de la riqueza, de las cosas materiales, etc. De lo cual se deriva la ausencia de valores importantes que deberían de caracterizar a la humanidad y al humanismo, como la cooperación, la solidaridad, la libertad integral y la auto realización personal .

Y de este fetichismo no escapan tampoco los empresarios, el capitalista quiere acumular más capital y nunca será suficiente todo el capital que acumule por mucho que éste sea y en ese proceso de voracidad sin límites no le importan los medios que emplee para incrementar su fortuna: el pagar bajos salarios, el expoliar, explotar o reprimir a los trabajadores resulta la cosa más normal del mundo, el evadir impuestos se justifica mediante argucias legales, el comprar funcionarios, jueces, abogados, militares, policías, políticos se presentan como gastos de funcionamiento del capital; el destruir la naturaleza, el medioambiente como los costos del progreso. La voracidad sin límites de ganancias la justifican alegando que gracias a ellos se generan puestos de trabajo. Y para que los capitalistas más grandes se puedan comer a los más pequeños sin ninguna dificultad, nos argumentan que gracias al libre mercado se estimula la competencia, la eficiencia y se incrementa la productividad. Pero nunca nos dicen, cual es en verdad su sueño más anhelado: el poder acumular riqueza sin tener que contratar trabajadores, por tal razón es que cualquier maquinaria o equipo que reemplaza el trabajo humano es recibido con una encantadora pero macabra sonrisa de felicidad. Sin reparar en que si no hubiera trabajadores, no habría consumidores y no podrían vender sus mercancías y no existiría capitalismo. Esta es la mayor paradoja del sistema: la búsqueda de incrementar beneficios conduce a los empresarios a incrementar el capital constante y a disminuir el capital variable, sin percatarse que con ello se juegan la vida.

El capitalista es, ciertamente, un victimario del resto de la sociedad pero a su vez se convierte en víctima del sistema. En la medida que es la personificación del capital, tiene que actuar conforme a la lógica del capital, es un engendro del capital y tiene que servirle, que adorarlo y ser su esclavo. Si no acumula, si no crece, terminará siendo devorado por otros capitalistas. Su vida depende de acumular más y más capital. Y el capital va generando toda una red jurídica, ideológica, política en la cual el capitalista es cazador y presa, se sirve de ella, pero es prisionero de la misma.

Un ejemplo de la monstruosidad que es capaz de generar el capitalismo la observamos en los extremos a que ha llegado la voracidad de los capitalistas gringos en nuestro tiempo, lo cual no es totalmente nuevo, antes fueron los ingleses, los franceses, etc. pero si lo es en términos del cinismo, la hipocresía y el daño que se le ocasiona a diferentes pueblos del mundo por el simple hecho de tener en sus territorios petróleo o ser una ruta para el tránsito del mismo. Ahora es la época de asegurarse las fuentes de abastecimiento del crudo, mañana será el agua como en el pasado lo fue el oro, el hierro, los diamantes, el cobre, etc. El capitalismo es así y los capitalistas usan a sus gobiernos (transformados en gendarmes), a sus pueblos (convertidos en soldados) y a los recursos de sus país para invadir, conquistar o destruir países y gobiernos (en vez de satisfacer las necesidades sociales de los pobres) con el único fin de garantizarse beneficios, ganancias constantes y crecientes para incrementar sus ya cuantiosas fortunas. Las empresas petroleras, automovilísticas y las de la industria bélica se cuentan entre las más ricas en el mundo.

Eso es el capitalismo en su modalidad imperialista más evidente, pero existen otras formas menos visibles mediante las cuales saquean al tercer mundo y nos limitan o impiden cualquier posibilidad de desarrollo y nos condenan a vivir en la miseria, mientras ellos usan y derrochan la mayor cantidad de recursos del planeta. Esas formas no evidentes, las encontramos en el intercambio desigual en nuestras relaciones comerciales, lo cual se traduce en una transferencia de valor desde nuestras economías ya pobres a las suyas para que puedan seguir siendo más ricas; en los préstamos que representan también otra fuente de succión de valor desde nuestras economías hacia las de ellos; la inversión extranjera directa desde las formas tradicionales hasta la maquila que significa otra fuente importante de transferencias de plusvalor hacia las empresas imperialistas; la tecnología que importamos, los pagos por uso de patentes, de marcas, etc. también representan importantes mecanismos de transferencias de recursos desde los países subdesarrollados hacia los desarrollados y como si esto fuese poco, también existen transferencias de capital, bien o mal habido, de los ricos del tercer mundo hacia los bancos del primer mundo.

Siendo así como funciona el capitalismo, las posibilidades de salir algún día de la pobreza en el tercer mundo es, sencillamente, una quimera. Prometerlo sin antes cambiar el sistema es la mentira más grande que se le puede decir a un pueblo, porque sencillamente es imposible.

¿Cómo no ser anti imperialista, si esta es la máxima expresión del capitalismo? ¿Cómo no ser anti capitalista tanto a nivel nacional como internacional, si es su racionalidad la que tanto daño ocasiona a la humanidad? ¿Cómo no serlo si es a causa del capitalismo que los adelantos científicos y tecnológicos logrados por la humanidad no pueden estar al servicio de la humanidad sino de unos cuantos? ¿Cómo no ser un acérrimo enemigo del sistema si la humanidad pudiera tener satisfechas sus necesidades materiales y dedicar sus vidas a tareas menos degradantes que producir riqueza para unos cuantos empresarios capitalistas?

¿Cómo no ser anti capitalista si se nos informa que la pobreza se ha democratizado en el mundo, cuando lo que debería democratizarse es la riqueza? Claro, no nos dicen que es a causa del capitalismo. Pero, obviamente, así es porque existe una excesiva concentración de la riqueza, porque en este sistema el que no tiene acceso al dinero no puede comer, vestirse, curarse, educar a sus hijos, distraerse, transportarse…Nada se puede hacer si no se tiene dinero. De allí que quienes no encuentran empleo, o una fuente de ingresos aceptable por el sistema acudan al robo, al comercio de drogas, a la prostitución, a la corrupción, al secuestro para tener acceso a las mercancías que el sistema les exhibe, les ofrece, les anuncia, les promueve, les oferta a cambio de dinero, porque a los capitalistas lo único que les importa es el dinero, el que luego transforman en capital y después en poseer más y más bienes materiales, los cuales no son capaces de disfrutar ni aunque vivieran mil años. Pero es que ya no importa el disfrutar de la vida, el ser feliz, lo único que importa es tener y tener. ¿Podrá alguien pensar que para ser feliz se necesita tanta fortuna como la que posee Bil Gate? ¿Y para qué la tiene entonces, para qué busca incrementarla año tras año, mientras más de mil de millones de personas carecen de los bienes más básicos y elementales? ¿Podrá pensar alguien que para ser feliz se necesita tener todos los bienes que tienen los ricos de nuestro país, mientras la población pobre emigra porque en nuestro país no ve futuro? Y claro, para asegurarse sus fortunas tienen sus partidos, controlan la asamblea, el gobierno, y hasta poseen sus ejércitos privados. Y siguen acumulando riqueza y siguen explotando a sus trabajadores y siguen negándoles, incluso, el salario mínimo, para tener más beneficios, más dinero, más riqueza. ¿No le parece a usted que esto es absurdo, es inmoral, es injusto? Lo vea desde la perspectiva que lo vea racional, ética o religiosa, usted estará de acuerdo en que el capitalismo no es un sistema que le convenga a la humanidad. Y que el ser anticapitalista es una necesidad histórica de todos los pueblos del orbe.

Pero déjeme señalarle otras cuestiones. Está bien estar contra el modelo neoliberal, la forma que reviste el capitalismo actualmente en nuestros países, pero sería mejor estar contra el capitalismo y contra cualquier modalidad que este revista. Está bien estar contra la guerra, pero estaría mejor estar contra el sistema capitalista que es la causa de las guerras en última instancia. Está bien afirmar que otro mundo es posible pero sería mejor afirmar que se es anticapitalista y trabajar por un nuevo proyecto de sociedad alternativa. Está bien ser ecologista, pero sería mejor ser anticapitalista que es la causa de la destrucción, degradación y contaminación ambiental en última instancia.

Por todo esto y más, soy anticapitalista.


Aquiles Montoya

¿Paradojas del sistema en El Salvador?

El capitalismo es el sistema de los ricos para los ricos, por eso todo opera, todo se organiza, todo está diseñado y arreglado para fregar a los pobres y beneficiar a los ricos y después se preguntan algunos con candorosa ingenuidad ¿por qué los pobres se hacen cada vez más pobres y los ricos cada vez más ricos? Mientras otros lo constatan con beatífica incredulidad presentando cifras como el Banco Mundial y del Banco Mundial, uno de los responsables de la pobreza en el mundo.

Los pobres se levantan más temprano, viajan hacia sus centros de trabajo distancias más largas, donde laboran más tiempo, pero obtienen menos ingresos que los ricos, quienes se levantan más tarde -y cuando madrugan es para gastar las calorías que en exceso consumen-, viajan en automóvil distancias más cortas desde sus grandes residencias hacia el lugar de sus grandes negocios. Los pobres viven más lejos, en mini viviendas y tienen que gastar en autobús parte de sus miserables ingresos. ¿Paradójico? No, el sistema es así. Lo contrario sería el socialismo, pero el socialismo dicen los ricos que es malo, porque no hay libertad. 

Las casas las producen los pobres para los ricos, porque a los pobres ni el Fondo Social de la Vivienda les presta y eso que es un fondo social. Uno punto siete millones de salvadoreños no califican como sujetos de crédito, porque no perciben los dos salarios mínimos que exige el fondo social y cuando califican, no pueden pagar la casa porque los precios y los intereses, las comisiones y los seguros, no les dejan para comer y entre comer y pagar la casa, mejor se come, por eso hay dos mil viviendas del fondo abandonadas y otros tantos miles de viviendas embargadas o con cuotas atrasadas en los bancos. ¿Paradójico? ¡No! Así funciona el sistema. Lo contrario sería el socialismo, pero en el socialismo no hay democracia y en Ginebra nos condenarían por instrucciones de los gringos y el FMI no nos prestaría y el BM no nos ayudaría…Para que siguiéramos siendo pobres.

Los pobres como ganan poco, no les alcanza el dinero y tienen que pedir prestado al usurero para llegar a final de mes, o un crédito comercial para hacerse de algún electrodoméstico o un crédito bancario para librarse del usurero. Pero resulta que eso de los créditos también está diseñado para beneficiar a los ricos y fregar a los pobres, ya que a menor cantidad prestada se paga una mayor tasa de interés y a menor cantidad ahorrada se recibe una menor tasa de interés o sencillamente, ninguna. O sea que, quien menos tiene sale más afectado y quien  tiene más sale más beneficiado.

Si usted presta para realizar actividades generadoras de ingresos: comercio, industria, construcción, agricultura, etc. paga menos intereses que si presta para consumir. ¿Y por qué se presta para consumir? Porque no alcanzan los ingresos para comprar de contado. Pero también se debe de prestar para ser considerado como sujeto de crédito, lo cual el sistema premia y castiga al que anda queriendo comprar al contado. Si a los cincuenta años solicita un crédito por primera vez, tenga por seguro que se lo negarán, ya que usted no es sujeto de crédito, no tiene referencias comerciales, ni bancarias que den fe de ser una persona de confianza para el sistema, inclusive, hasta resulta sospechoso. De manera que comience lo más luego posible a endeudarse y siempre será sujeto de crédito, aunque la vida se la vaya en pagar intereses, comisiones, seguros y el pago del principal se lo deje en herencia a sus hijos, quienes, afortunadamente, para ellos, pero principalmente para el sistema, se convertirán en sujetos de crédito a temprana edad. Si es que logran pagar las deudas que usted les heredó. Y recuerde que, más importante que tener dinero es tener buen crédito. Esta es una sabia máxima del sistema que les permite a los ricos esquilmarle un poco más de sus ingresos.

Cuando se presta para actividades generadoras de ingresos, se trasladan los costos financieros al precio de los productos, o sea que en última instancia es el pobre consumidor quien paga los costos financieros y quienes se benefician son los banqueros, los comerciantes, los industriales que en nuestro país que, a decir verdad es de ellos, quienes son uno y los mismos y no pasan de veinte y cinco grupos empresariales familiares, son los que controlan todo. Y cuando digo todo es todo. Empresas, instituciones, medios de comunicación, hasta el Estado mismo.

Cuando usted se endeuda para actividades de consumo, usted reduce su capacidad de consumir porque parte de sus ingresos se van en el pago de intereses, en la comisión, en los impuestos, o en el seguro. Si quiere comprar un automóvil usado la tasa es mayor que para un automóvil nuevo, porque los que tienen más pisto lo compran nuevo, mientras los que están más fregados se conforman hasta con un usadito, pero sale más fregado, porque así es el sistema: al fregado hay que fregarlo más.

Pero tampoco estas son paradojas del sistema capitalista, sino que el sistema así tiene que funcionar, de lo contrario entraría en una grave crisis y la gente querría reemplazarlo por el socialismo y ya se sabe que el socialismo no funciona porque no hay libertad de expresión, ni de prensa, ni hay bancos comerciales para que les presten a los pobres, para librarse de los usureros. ¿Será porque en el socialismo ya no hay pobres?

Pero además de los intereses, usted consumidor, paga el impuesto al valor agregado. En cambio los empresarios capitalistas lo trasladan. Usted que es asalariado no tiene modo de evadir el pago de impuestos a la renta, porque mes a mes se lo descuentan, pero si es un empresario capitalista siempre tendrá deducciones y hará con seguridad evasiones fraudulentas. O sea que también con los impuestos salen vacunados los pobres, los joden los empresarios y los jode el gobierno. Tampoco esta es una paradoja del sistema, sino que así es el sistema y usted no se queje, ya que vivir en democracia tiene su precio. ¿O quiere el socialismo y dejar de votar en elecciones libres, limpias y cristalinas a unos políticos poco libres, no muy limpios y nada de cristalinos?

¿Estaría usted dispuesto a perder su libertad de elegir a los gobernantes, la nunca bien ponderada libertad de expresión y la oportunidad de llegar a ser más rico que Bill Gate, el hombre más rico del mundo, gracias a su “inteligencia natural” para los negocios que no para el software, que este maravillo sistema le ofrece? Tendría que ser un jilipolla como se dicen los españoles, o un boludo como suelen llamarse los argentinos o un buey como se llaman los mexicanos o un pendejo como predomina en el centro de América, nuestra Patria Grande, aunque dividida, fragmentada, desintegrada la pobre por culpa de nuestra Madre Patria que no logró establecer una Capitanía General consolidada. Con lo cual ya tenemos tres Patrias: la guanaca, la grande y la madre. Aunque tengamos que emigrar hasta el norte en busca de una nueva Patria, con lo cual ya serían cuatro, porque en esta, la real, la ajena, no tenemos ni donde caer muertos. Bueno, al menos, por falta de Patria ningún pobre se puede quejar. Quizá sea porque de la Patria sólo nos acordamos en septiembre y a nadie le importa, excepción hecha de los negociantes, para quienes cualquier celebración se traduce en incremento de las ventas y de las ganancias, lo único que importa.

Los pobres cuando cobran, cobran poco y por eso mismo, cuando compran, compran poco y el sistema se encarga de fregarlos más, ya que los precios de los productos al detalle, en las tienditas donde compran los pobres son más altos, en cambio los ricos compran al por mayor, para todo el mes, en los Mall, donde los precios son menores y se aseguran de pedir factura y descontar mañosamente tales gastos, como si se tratase de compras comerciales y no para el consumo en sus hogares. Pero esto no es una paradoja del sistema, sino que   el sistema es así. Lo contrario sería el socialismo y ya sabemos que en el socialismo se racionan los productos y hay que hacer grandes colas para adquirirlos, porque como todos pueden comprar.

Los grandes centros comerciales que construimos en los países democráticos son un claro ejemplo de nuestro progreso, de las atinadas políticas neoliberales aplicadas por nuestros sesudos gobernantes y de la confianza de los grandes inversionistas en nuestro camino hacia a la modernidad, como resultado de todo este proceso, se abren oportunidades para todos: para los ricos habrá abundancia de mercaderías e inmensos almacenes y gigantescos parqueos encementados donde podrán estacionar sus flamantes vehículo del año. Para los pobres también habrá oportunidades de trabajo: cuidando automóviles y limpiándoles los parabrisas en los semáforos y lugares amplios donde puedan pasear sanamente los fines de semana, mientras se deleitan mirando la cantidad de cosas que podrían comprar si no fuesen pobres. El sistema es así de generoso: ofrece oportunidades para todos.

Si usted nace en un hogar pobre, si acaso estudia lo hará poco y mal, porque para estudiar se necesita estar bien alimentado. Pero si en la primaria se la pasó medio dormido, porque el dormirse es una estrategia para no sentir el hambre, por muy buenas que hayan sido las intenciones de sus profesoras de enseñarle lo básico, lo elemental, seguramente usted no lo asimiló. Y esto es en el caso de que haya asistido a la escuela, porque los más pobres no van, porque no tienen para cuadernos, para lápices, para libros, para uniformes. En cambio los ricos, no tienen todos esos problemas, de tal manera que el cuento de la igualdad de oportunidades no pasa de ser un chiste de mal gusto. El sistema se encarga de que unos se preparen y se desarrollen para ser ricos y otros para ser pobres y así tener que servirles a los ricos. Tampoco esto es una paradoja del sistema, el sistema es así. Lo contrario sería el socialismo y ya sabemos que en el socialismo no se respetan los derechos humanos.

Los ricos tienen enormes piscinas llenas de agua, con agua riegan sus gigantescos jardines, lavan sus enormes automóviles y sus toneladas de ropa y se garantizan de tener siempre en abundancia el vital líquido, como dicen los periodistas de TCS, en enormes cisternas y pagan una módica suma a la ANDA. Los pobres en cambio no tienen agua potable, lavan la ropa en algún río cercano, donde aprovechan para bañarse y para los oficios y otras necesidades tienen que comprar barriles de agua de dudosa calidad a los picacheros a un costo mensual que supera en mucho a lo que paga un rico por tener agua potable todo el día y en abundancia. ¿Paradójico? No, el sistema funciona así. Pedirle que opere de manera diferente es como pedirle naranjas a un limonero.

Si usted nació en un hogar pobre y todavía sigue vivo es tan sólo gracias a Dios, porque siendo pobre existen más posibilidades de que se enferme por cualquier cosa, a causa del agua contaminada, de los zancudos que abundan en su vivienda, de los contagios por el hacinamiento y la insalubridad, y como no hay dinero para médicos, ni para medicinas, cualquier enfermedad por insignificante que sea le ocasiona serias consecuencias, la muerte incluida. A los ricos estos problemas no se les presentan y cuando se enferman, disponen de los medios para acudir a los muchos centros hospitalarios que existen, así como también para adquirir las medicinas que necesitan sin importar cual sea su precio. Diferente sería si los servicios de salud, así como las medicinas fueran gratuitas para todos. ¿Pero qué digo eso sería una locura: la venta de los servicios de salud así como de los medicamentos es un fabuloso negocio, que rinde extraordinarios beneficios? Pretender tal cosa irracional, obviamente, que revela una actitud socializante, propia de retrógrados, de dinosaurios políticos, de personas prehistóricas. A la vista está el caso de la Cuba socialista donde la educación y los servicios de salud son gratuitos para todos, pero ha sido condenada por no respetar los derechos humanos de los cubanos. Cosa profunda y quizá paradójica, esto de la condena al gobierno cubano.

Parodiando una reflexión de Benedeti, quizá podríamos arribar a alguna conclusión y esta sería la siguiente: los ricos, la derecha tiene derechos humanos y los pobres, la izquierda tiene izquierdos humanos. Por eso es que de América Latina sólo se condena a Cuba. En nuestro país, aunque en verdad es ajeno, se respetan los derechos humanos de la derecha, pero no los izquierdos humanos de los pobres. En Cuba se respetan los izquierdos humanos de la gente, pero no los derechos de la derecha. Igual en Venezuela y por eso, la derecha intento derrocar a Chávez, para hacer valer sus derechos.

O sea, pues, que Bush y todos los gobiernos de la derecha, se preocupan por los derechos de la derecha, pero no por los izquierdos de los pobres. En consecuencia, nada de lo señalado constituye una paradoja del sistema capitalista, ya que este es así. Si le gusta cómprelo, pero no se engañe y tampoco intente engañarnos: ya entendimos que los izquierdos no podemos tener derechos humanos en el sistema capitalista, aunque la fundación Ford, aliada de la CIA, destine cuantiosos recursos a instituciones de mucha credibilidad por todo el mundo para que estudie la situación de los derechos humanos, pero no de los izquierdos humanos.

Mujeres y capitalismo

La cultura patriarcal no se genera con el capitalismo; sin embargo el sistema la reproduce y la perpetúa porque le resulta conveniente, porque le es funcional a sus intereses. Durante muchísimos años, a la mujer se le consideró además de objeto sexual, como una máquina  y a la familia como una fábrica productora de  la mercancía fuerza de trabajo masculina y de máquinas mercancías reproductoras en el caso de la mujer, de allí el papel del hombre como proveedor de insumos para que funcionara la fábrica y como  capataz despótico con la familia.

La mujer estaba relegada al hogar-fábrica y la única educación que recibían las mujeres estaba orientada a que pudieran cumplir con ese limitado rol que les había asignado la sociedad patriarcal capitalista. Muchas actividades sociales y políticas en las que participaban los hombres estaban vedadas para las mujeres y cuando tuvieron alguna participación, la historia, casualmente escrita por los hombres, se encargó de invisibilizarlas, ya que su lugar tenía que ser el hogar-fábrica.

Adicionalmente, el hombre al ser el proveedor, fundamentaba en ello su poder de amo y propietario, lo cual se expresa en una relación de dominio-subordinación. El macho mandaba porque la mujer era vista como una cosa de su propiedad y al ser de su propiedad como a cualquier otra cosa, la podía usar como objeto sexual, podía disponer de ella a su antojo, e inclusive, decidir sobre su cuerpo, del cual era enajenado la mujer. Todo ello se formaliza en el “de”, el cual al ser usado y defendido por algunas mujeres, no hace más que expresar la interiorización de su condición de subordinada. ¡¿Por qué nunca se nos exigió a los hombres usar el “de”?!

Pero esa relación de dominio-subordinación, de amo y propietario, semejante a la del burgués que habla de “sus” trabajadores como cosa suya, cobra una dimensión social de poder de la clase capitalista sobre la clase trabajadora y de los hombres sobre las mujeres y se expresa en el acoso sexual, en el abuso sexual, en la discriminación  social, laboral, política, religiosa, etc. Pero debemos señalar, adicionalmente, que al cosificar a la mujer su cuerpo pasa a ser un objeto de deseo, de uso publicitario y comercial, un “gancho” para las ventas, un “colirio” para el alcalde de San Salvador y un sustituto de la “viagra” para quienes tienen la presión alta.

Pero bien, retornando a nuestro relato, observamos que el padre proveedor, obviamente, percibía un salario que posibilitaba  que funcionara el hogar fábrica, pero la racionalidad capitalista de maximizar beneficios y minimizar costos, condujo a que sus salarios reales fuesen insuficientes para satisfacer las exigencias de la modernidad, las necesidades sociales crecientes a la par de la productividad en constante desarrollo conducían al consumismo y ya no bastaba con que sólo trabajara el hombre, había que incorporar a la mujer al mercado laborar. Aunque tal incorporación se hacía en condiciones desventajosas y en muchas ocasiones triplicando su jornada de trabajo, ya que además de las labores domésticas: barrer, trapear, sacudir, lavar ropa y trastos de cocina, cocinar, planchar, etc. es necesario el cuido de los hijos, llevarlos al jardín infantil, al médico, etc. se le añade el trabajo remunerado. Esto que es muy común en las llamadas madres solteras y de bajas remuneraciones, puede ir disminuyendo, parcialmente, al mejorar los ingresos y delegar en otras mujeres las actividades del hogar: mujeres sometiendo a otras mujeres.

Pero al incorporar a la mujer al mercado laboral, también se le abre la oportunidad de educarse, de participar en actividades sociales y políticas, etc. y ello, unido, a la relativa autonomía económica, posibilita que se vayan generando algunas condiciones favorables para que las mujeres tomen conciencia de su real condición, de su sometimiento al poder patriarcal. En este ámbito cobra mucha importancia el papel organizativo y formativo de los movimientos feministas, para “empoderar” a las mujeres. Empoderamiento, que yo lo entiendo, como la capacidad de resistir a las exigencias machistas así como de exigir sus derechos, y adquirir la capacidad necesaria para cambiar la cultura patriarcal.

Cultura patriarcal que no es exclusiva de los hombres, sino que también es asumida por las mujeres, aunque busquen racionalizar sus comportamientos, sus actitudes y sus posturas ante las exigencias de las mujeres liberadas o en proceso de liberación de esa herencia atávica que es reforzada por la educación, la religión, la sociedad – medios de comunicación, publicidad, eventos, concursos, etc._ y el hogar.

Pero el proceso de cambio de la cultura patriarcal no puede reducirse a la educación en la niñez, en la pubertad o la edad adulta, tanto de uno como de otro sexo, exige de la praxis, praxis que debe implementarse en todos los ámbitos de la actividad humana. Los machos muy machos se resisten, ya los vemos devanándose los sesos para racionalizar lo irracional y además justificar lo injustificable de la cultura machista y aunque busquen ocultarlo apelando a la libertad, al arte, a los principios éticos y religiosos se les mira el rabo.

No obstante, si bien consideramos que la igualdad de genero es una aspiración legítima y alcanzable, me temo que esa igualdad en el capitalismo pueda reducirse a una igualdad en la explotación: mujeres y hombres explotados o mujeres y hombres explotadores, de allí que me parece muy atinado el esfuerzo de algunos movimientos feministas por impulsar a la par la economía solidaria, la cual ha demostrado en la práctica será muy eficiente para trasladar del trabajo al hogar la solidaridad y lo contrario.

Los elementos constitutivos de la economía solidaria

Nos parece que son cinco los elementos constitutivos de esta nueva realidad: la asociatividad u organización, la autogestión y la solidaridad. Además nos parecen claves que la propiedad de lo producido se fundamenta en el propio trabajo y que se opera con una racionalidad, cuya finalidad no es la de maximizar el excedente, sino que se convierte en un medio para asegurar una vida digna a los trabajadores, esto es, la satisfacción de sus necesidades materiales y espirituales. 

En este sentido, la economía solidaria, no se reduce únicamente al ámbito económico, sino que se convierte en una forma de vida y de trabajo y en consecuencia se van generando los elementos de las nuevas estructuras sociales, políticas, culturales, jurídicas, etc.

La asociatividad

La asociatividad la entendemos como el hecho de asociarse o de organizarse con el objeto de obtener un determinado fin o resultado, por tanto, la asociatividad está presente en los diferentes ámbitos de la vida humana: sociales, económicos, políticos, culturales, ecológicos, etc.

Nos parece que la asociatividad es el elemento o el factor que posibilita el despegue, el desarrollo y la conservación del proyecto solidario. Así, por ejemplo, se puede iniciar con una directiva en un asentamiento humano y mediante su accionar se le va transformando en una auténtica comunidad. En tanto que sus miembros poseen comunidad de intereses, comunidad de proyectos, comunidad de energía y actividad. En este sentido no entendemos a la comunidad como un simple espacio físico en el cual habita un grupo de personas.

La asociatividad da paso a la comunidad y ésta da origen a nuevas formas asociativas, sin dejar de ser comunidad, por ejemplo: asociación de mujeres por el crédito, asociación de productores de hortalizas, asociación de mujeres ganaderas, asociación de productores orgánicos, etc.

La asociatividad con fines económicos va siendo complementada con la asociatividad con fines sociales: asociación de mujeres, de jóvenes, de educadores, de lisiados, etc.

De la asociatividad interna a la comunidad se avanza hacia la asociatividad externa, a la asociación de comunidades, a la asociación de asociaciones, etc.

La autogestión

Nos parece que el nivel más simple de autogestión es el que realiza el campesino o el trabajador por cuenta propia, en tanto que es el quien administra los recursos que posee, decide qué producir, cómo producir y cuánto producir, es el propio trabajador quien se encarga de proveerse el financiamiento y los insumos necesarios para producir, quien produce y a su vez quien procura realizar lo producido. 

Ahora bien, cuando se trata de una empresa colectiva y que es administrada por los trabajadores, la autogestión empresarial puede exigir una división del trabajo, en al menos tres ámbitos: administrativo-financiero, productivo y comercialización. Los trabajadores podrían decidir operar de manera rotativa, o inclusive, que todos hagan de todo, lo cual sería factible si se trata de una empresa muy pequeña.

Si bien la autogestión la concebimos como un elemento constitutivo de la economía solidaria, nos parece que a nivel de realidad, se encuentran diferentes grados o niveles de autogestión en determinadas empresas; sin embargo, se mantiene como meta a alcanzar. 

Supongamos que se inicia una determinada empresa con un alto nivel tecnológico y que los trabajadores no cuentan con la preparación necesaria para administrar la producción, en tal situación es perfectamente posible contratar a un técnico que se encargue de dirigir la producción a la par que capacita a los trabajadores, quienes posteriormente asumirán el control total de la producción.

La Solidaridad 


Por solidaridad se entiende: Sentimiento que impele a los hombres a prestarse una ayuda mutua. Es interesante la forma como se entiende la solidaridad, se habla de un sentimiento propio de los seres humanos que los mueve a ayudarse mutuamente. 

La solidaridad, propia de las empresas solidarias se hace presente en la producción y en la distribución, pero a nivel global de la economía solidaria también es posible detectarla a nivel de la circulación y del consumo.

Ahora bien, para que la solidaridad se manifieste a nivel de la empresa es preciso que la propiedad tenga carácter colectivo, ya que es entonces cuado se opera con procesos autogestionarios. Autogestión no sólo en el proceso de producción como tal sino en la planificación, en la gestión de recursos financieros, en la administración de los recursos humanos y materiales, en el destino de la producción, la comercialización, etc. El trabajo autogestionado es de suyo solidario, en tanto existe ayuda mutua entre los diferentes trabajadores. 

Siempre a nivel de la empresa también se hace manifiesta la solidaridad en los procesos de comunicación, en tanto de manera solidaria se comparte información, conocimientos, experiencias, descubrimientos, etc. Y esto es así en la medida que es del interés del colectivo de trabajadores mejorar la calidad de la producción, disminuir costos, incrementar la productividad e incrementar el excedente neto.

También se observa la solidaridad en lo que Luis Razeto, denomina “el factor c”, para referirse a la colaboración, la cooperación, la comunidad y que contribuye de manera efectiva a los resultados de la producción. Quizá para mejor entender el significado del “factor c”, cabría referirse a él, como la mística de trabajo que anima y entusiasma para dar lo mejor de si, para compartir información y conocimientos, para esforzarse más allá de lo esperado en condiciones normales de trabajo, etc.

La solidaridad también se manifiesta en la forma en como se distribuye el excedente, además de distribuirse una parte del mismo entre los trabajadores en base a su aporte en trabajo, también se destina una parte del mismo para ser usado con fines solidarios, ya sean otros trabajadores, otras familias o instituciones que buscan el beneficio social de la o las comunidades organizadas.

A nivel de la circulación de las mercancías producidas también es posible detectar la solidaridad ya sea procurando el intercambio entre equivalentes entre los integrantes de la economía solidaria, o bien obteniendo precios justos en los mercados solidarios, los cuales pasan a ser eslabones de la economía solidaria.

E igualmente la solidaridad se hace manifiesta en el consumo, en tanto no se busca abusar del uso o consumo de los bienes de existencia limitada, cual sería, por ejemplo, el uso del agua. Mucho menos del derroche, del cual nadie sale beneficiado. El derrochar recursos es peor que el robo. La solidaridad también se hace manifiesta en el hecho de que con el consumo no se generan efectos negativos sobre otras personas o sobre el ambiente.

Ahora bien, cuando se trata de propietarios individuales que trabajan por cuenta propia es obvio que la solidaridad puede ser únicamente ocasional, pero si se manifiesta de manera sistemática cuando los propietarios individuales se asocian para vender, comprar o captar recursos financieros, sobre si trabajan con microfinanzas solidarias.

Por otra parte, si bien la solidaridad juega un rol importante en el ámbito de la producción, de la comunicación, de la distribución, de la propiedad, etc. también encontramos solidaridad en el ámbito, cultural, ecológico, etc.

Por tal razón es que la asociatividad y la autogestión sin solidaridad no podrían tener las potencialidades que intuimos y por ello mismo es que la consideramos el tercer elemento constitutivo de la economía solidaria, de la sociedad solidaria.

La propiedad en la economía solidaria

Antes de desarrollar esta temática nos parece que es necesario establecer un principio que le da sentido y fundamento a la propiedad en la economía solidaria, el principio es el siguiente: la propiedad está fundamentada en el propio trabajo y en la justicia.

¿Cómo debemos entender el principio anterior? Seguramente la mejor forma de explicarlo es contrastándolo con lo que ocurre en la economía capitalista, donde la propiedad está fundamentada y garantizada jurídicamente, si se es propietario de una empresa o de acciones en una sociedad, poco importa que se trabaje en la misma y tampoco importa la forma en que se haya adquirido esa empresa o esas acciones. Esta es la razón por la cual, la propiedad privada capitalista da lugar a la explotación del trabajador asalariado y es fuente de grandes injusticias. En cambio la economía solidaria busca eliminar la explotación, mediante la autogestión y el control de la propiedad por los trabajadores. 

La propiedad está  referida a aquella que tenga un sentido económico o social, excluimos la propiedad personal. La propiedad con sentido económico se refiere a los medios de producción y de circulación. La propiedad con sentido social estaría referida a la propiedad de edificaciones, parques, canchas, museos, etc. que pertenecen a la comunidad.

La propiedad individual en la medida que contribuya a la eficiencia económica, parece que es aceptable, pero eso si, siempre y cuando no se convierta en un medio para la explotación. No obstante, entre los diferentes propietarios individuales se deberá procurar la cooperación, así como la generación de formas asociativas en los diferentes momentos del ciclo económico. Por ejemplo, asociarse para comprar y vender, asociarse para generar instrumentos crediticios. La cooperación es deseable en los procesos productivos, en tanto que posibilita incrementar la productividad del trabajo y se vuelve imprescindible en algunas tareas agrícolas, por ejemplo en la recolección de algunas cosechas, cuando el tiempo se convierte en un factor crucial. 

En cuanto a la propiedad familiar nos parece que se debería de estimular como un mecanismo de protección a la familia y por razones de justicia, ya que  generalmente participa toda la familia en los procesos de trabajo que posibilitan apropiarse de un excedente, el cual mediante el ahorro, podría transformarse en una nueva propiedad.

La propiedad asociativa se presenta como la forma de propiedad más acorde con una economía solidaria; sin embargo, pueden darse y de hecho ocurre la combinación de diferentes formas de propiedad. Por ejemplo, en el Grupo Bajo Lempa, encontramos: propiedad personal, propiedad cooperativa, propiedad comunal, e inclusive, propiedad institucional. La propiedad, que ciertamente, dejamos fuera es la propiedad capitalista.

Sin embargo, inclusive la propiedad asociativa podría dar lugar a algunos problemas, cuando fuera el caso de que en el proceso de producción se empleara a personas diferentes a los asociados y que son los propietarios de la unidad productiva, en tal situación se corre el riesgo de explotar a tales trabajadores no propietarios. Poco importa que los propietarios sean un conjunto de personas, ya que las empresas capitalistas cuando son sociedades anónimas, también están constituidas por un conjunto de personas. Ahora bien, si los propietarios asociados son los mismos trabajadores que es lo propio de la economía solidaria, no existe  ninguna posibilidad de explotación.

La racionalidad económica


Y el quinto elemento constitutivo de la economía solidaria es su racionalidad, esto es, lo que la da sentido a las actividades económicas. Influidos como estamos por el sentido formal de lo económico, en el cual lo económico se reduce a una relación de medios y fines, que al transformarse en una racionalidad económica capitalista, se expresa en minimizar costos y maximizar beneficios. Vistas así las cosas, pareciera que no puede existir otra racionalidad económica, que no sea la búsqueda de maximización del excedente como fin de toda actividad económica.

No obstante, en la economía solidaria la búsqueda del excedente, más que un fin es un medio para asegurar la reproducción material y espiritual de los trabajadores y sus familias. Ciertamente el excedente se presenta como necesario en tanto hace posible la reproducción en escala ampliada de la unidades económicas de la economía solidaria, como la economía solidaria misma, con lo cual se puede beneficiar a más y más familias.

Sin embargo, aún cuando una determinada empresa solidaria no esté obteniendo un excedente, sí está generando un beneficio social, en la medida que se genera empleo e ingresos para los trabajadores de esa empresa. Ciertamente, lo deseable es que la empresas se vuelvan sostenibles, que generen un excedente, pero en la medida que este no es el fin de la actividad económica, no se justifica su búsqueda por cualquier medio, cual sería el sacrificio de los trabajadores, ya sea en términos de ingresos, de intensidad y condiciones de trabajo o prolongando desmedidamente la jornada laboral. O bien, a costa de la degradación o contaminación ambiental. 

La racionalidad económica desde esta perspectiva se corresponde con el sentido sustantivo de lo económico, ya que es una racionalidad de vida, tanto de los seres humanos como del resto de seres vivientes. El fin de la actividad económica en la economía solidaria es asegurar la reproducción material y espiritual del ser humano, en condiciones de sostenibilidad ecológica, en consecuencia, en términos de desarrollo económico la economía solidaria es semejante a la visión de desarrollo humano sostenible. Aunque en su evolución, ya sea a nivel de modelo o mejor aún como sistema solidario, cuál sería su horizonte utópico, superaría a cualquier modelo de desarrollo humano sostenible.     

El excedente y su destino

En tanto que el excedente es el medio para conseguir el fin perseguido por la economía solidaria es preciso realizar algunas reflexiones en torno a su posible destino, pero antes de hacerlo es necesario precisar qué entendemos por excedente. De manera general el excedente es la diferencia positiva entre los ingresos y los gastos. Y el excedente puede ser excedente bruto y excedente neto. El excedente bruto sería igual: al valor bruto de la producción menos el consumo intermedio. Y el consumo intermedio incluye: materias primas, auxiliares, remuneraciones y otros gastos. Si al excedente bruto le restamos la depreciación de los medios de trabajo obtenemos el excedente neto.

Pareciera que si ya tenemos el excedente neto, lo único que está pendiente es la distribución del mismo; sin embargo, es necesario restarle otros rubros, cuales serían: reservas para una eventualidad, impuestos y gastos sociales. El remanente en el caso de la economía solidaria creemos que podría tener los destinos siguientes: a) reinversión, en la misma unidad productiva o en otras unidades productivas, cuando el monto fuese suficiente para hacerlo, de no serlo habría que ir creando un fondo de reinversión. b) inversión social. c) fondo de emergencias d) fondo solidario y e) distribución entre trabajadores propietarios.

¿Para quiénes es la economía solidaria?

Pues la economía solidaria es una opción válida, factible y deseable para quienes estén hartos de la pobreza, la injusticia, la desigualdad, la discriminación o de la degradación ambiental y otros muchos males como el desempleo, los bajos salarios, la falta de educación, de saludad, de seguridad ..... La economía solidaria es la esperanza en marcha en manos de muchas mujeres y hombres, tanto en el campo como en la ciudad. La impulsan muchas ONGs, asociaciones de campesinos, cooperativas, asociaciones de mujeres, ecologistas, desempleados, etc. Algunos porque están convencidos de la necesidad de generar un sistema alternativo al capitalista, otros, para aliviar los muchos males que genera el sistema, aunque en el camino, seguramente terminarán comprendiendo la necesidad de ser antisistema.

La economía solidaria ha dejado de ser una utopía, para convertirse en realidad, existe toda una serie de experiencias a nivel nacional, como a nivel centroamericano y latinoamericano. En Brasil, Ecuador, Bolivia y Venezuela cuenta, incluso, con el apoyo estatal. Apoyo que puede variar desde la promoción directa, hasta facilitar créditos, asistencia técnica, o bien compras a las empresas solidarias por parte de las instituciones del Estado o bien generar espacios, recursos y apoyos técnicos para una conveniente comercialización de los productos..

Ahora bien es importante señalar que si bien las empresas solidarias a menudo son microempresas o pequeñas empresas, las micro y pequeñas empresas no son necesariamente empresas solidarias, ya que entre otras muchas características que presentan las empresas solidarias cabe destacar la propiedad de carácter colectivo, o sea que las empresas solidarias son propiedad de los trabajadores y no de un micro o pequeño empresario que espera crecer, desarrollarse a costa de los trabajadores. Cuando una micro o pequeña empresa crece beneficia a su propietario y no a los trabajadores, los cuales seguirán siendo explotados y contribuyendo a que el empresario disfrute de su riqueza a costa de los trabajadores. A menudo los gobiernos contribuyen a generar nuevos ricos y a mantener la desigualdad en la distribución de la riqueza, ya que los trabajadores a parte de sus míseros salarios, no tiene ninguna participación en la distribución del excedente, la ganancia o la plusvalía generada por los trabajadores. Como los gobiernos no generan riqueza, sino que captan parte de la riqueza generada en una determinada sociedad mediante los impuestos, me parece que no está haciendo un uso debido de los recursos si los destina a subsidiar o apoyar a los empresarios privados, ya que en vez de socializar la riqueza lo que hace es privatizarla. Si el gobierno quiere impulsar políticas solidarias deberá destinar una mayor cantidad de recursos a generar empresas propiedad de los trabajadores y o a apoyar a las ya existentes, las cooperativas agropecuarias, por ejemplo. Bueno, sería que CONAMYPES y el Ministerio de Economía reparan en este punto.

Para finalizar este artículo quisiera señalar algunos prejuicios acerca de la Economía Solidaria

          o La economía solidaria desmoviliza políticamente a los sectores populares.

Esta opinión prejuiciada seguramente tiene su origen en el hecho de que en el pasado las organizaciones de trabajadores tendían a ser manipuladas por los partidos políticos y sencillamente actuaban según la línea que les llegaba de las cúpulas partidarias. En las experiencias actuales de los movimientos sociales y particularmente de las comunidades organizadas, lo que observamos y lo que manifiestan sus dirigentes es que son autónomos, lo cual obviamente no significa una desmovilización política, sino una manera diferente de hacer política. Hay luchas que las dan solos, otras junto con otros movimientos sociales y algunas junto con los partidos políticos, particularmente, con el FMLN .

          o Son proyectos sin ninguna viabilidad futura, en el momento en que incursionen en el mercado capitalista serán arrasados por la competencia.

Lo primero que habría que señalar es que el mercado capitalista es tan sólo uno de los mercados y que existen otros mercados en los que es posible realizar las mercancías. Pero es mejor mostrar donde realiza sus mercancías el Grupo Bajo Lempa: a) Comercio justo y orgánico b) Hospitales públicos y hoteles c) Embajadas, comercios y d) al interior del Grupo. Como es evidente ya han incursionado en el mercado capitalista también y no les ha ido mal.

Por otra parte lo que posibilita competir en cualquier mercado es la calidad, el precio, lo novedoso del producto y la buena imagen del mismo.

          o Funcionan mientras reciben donaciones, pero en el momento que estas se corten, van a desaparecer.

Ciertamente las donaciones posibilitan el arranque y el despegue de los proyectos de la economía solidaria, pero una vez que superan el punto de equilibrio no existe razón lógica para suponer que no puedan mantenerse y crecer. Existen en diferentes partes del mundo experiencias exitosas de economía solidaria, que refutan tal percepción viciada y antojadiza.

          o Parece bonita en teoría, pero en la práctica... Lo cierto es que las personas son individualistas, egoístas y envidiosas.

      Precisamente la experiencia empírica está demostrando que las personas no son individualistas, egoístas, ni envidiosas por naturaleza. Tales prácticas tienen una determinación social y no natural. Es el capitalismo el que promueve y fomenta tales anti-valores y sin embargo, en las comunidades organizadas se vive la cooperación, la unidad y la solidaridad.

¿Qué es la economía solidaria?

En una primera aproximación podríamos decir que la economía solidaria es una búsqueda teórica y práctica de formas alternativas de hacer economía, basada en el trabajo y la solidaridad.

El carácter alternativo lo podemos observar en primer lugar, en su carácter opuesto a la racionalidad económica capitalista de maximización de beneficios. La racionalidad económica de la economía solidaria, se podría resumir en ser una lógica de vida, en la cual los excedentes generados, no son un fin en si mismos sino un medio para satisfacer las necesidades humanas. En segundo lugar, por oposición al sentido formal de lo económico, propio de la economía capitalista, la economía solidaria busca rescatar el sentido sustantivo de lo económico, lo cual nos indica, de manera resumida, que el ser humano como cualquier ser vivo requiere de un entorno natural que lo sustente. Podríamos decir, pues, que para la economía solidaria no es válido buscar la satisfacción de las necesidades humanas a costa de la naturaleza.

Por otra parte, para comprender lo que queremos decir con “basada en el trabajo” es preciso que tengamos presente que el factor hegemónico en la economía solidaria es el trabajo, a diferencia de la economía capitalista donde el factor hegemónico es el capital. La categoría organizadora de la producción y la circulación en la economía solidaria es el trabajo, primero porque los sujetos de la economía son los trabajadores y en segundo lugar, porque los diferentes factores económicos son reducibles en última instancia a trabajo. Ya sean los medios de producción, la fuerza de trabajo, la tecnología, el dinero, las habilidades administrativas o gerenciales son trabajo pasado o trabajo vivo. En consecuencia, una economía basada en el trabajo, no tiene porqué estar sometida al capital, ni éste puede reclamar para si alguna retribución. Sencillamente, no se necesita de el capital y en consecuencia puede perfectamente dejar de existir como factor hegemónico o como categoría organizadora de la economía.

Pero a su vez, dice estar fundamentada en la solidaridad, lo cual hace referencia a la cooperación y en consecuencia excluye la explotación, fundamento de la economía capitalista. Pero el carácter solidario de la economía se manifiesta no sólo en el ámbito de la producción, sino también en el del consumo, en la distribución y en la circulación. El consumo solidario es un consumo austero, porque al ser opuesto al consumismo, posibilita que existan bienes y servicios para los otros humanos y en esa medida también excluye el productivismo y posibilita la sustentabilidad de la naturaleza. La distribución también es solidaria, ya que lo producido no es apropiable por una minoría, sino que se distribuye entre quienes lo han generado y entre quienes lo necesitan. Y finalmente existe una circulación solidaria porque los intercambios de bienes y servicios se hacen entre equivalentes, esto es, que exigen la misma cantidad de trabajo el producirlos, como consecuencia de lo anterior, se evita el intercambio desigual o la expoliación que éste genera.

En la medida que la economía solidaria es una realidad en proceso, ciertamente, resulta difícil pretender atraparla en la rigidez de un concepto; sin embargo, podemos decir provisionalmente que se trata de “un modelo alternativo –con pretensiones sistémicas- de y para las mayorías populares, en los ámbitos económico, social, político, cultural e ideológico, fundamentado en su propio esfuerzo organizativo y solidario, que tiene como finalidad resolver sus problemas ambientales, de pobreza y exclusión social, tanto en el campo, como en la ciudad y contribuir a eliminar las causas que los generan.”

Lo de pretensiones sistémicas está referido al hecho de que en su desarrollo, la economía solidaria podría constituirse en la base y fundamento de una sociedad solidaria, la cual vendría a reemplazar al sistema capitalista. Y es que como lo señala el concepto no se reduce a lo económico, sino que tiene componentes sociopolíticos, ideológicos y culturales. Lo cual resulta obvio, al menos, en sus aspectos culturales, ya que la cultura es la depositaria de los valores y ciertamente, la economía solidaria necesita para cobrar vida, una toma de conciencia y un revivir valores ancestrales como la unidad, la equidad, la comunidad, la cooperación, la solidaridad, la igualdad entre los seres humanos, lo cual exige transformar la cultura patriarcal. Todo lo cual va generando una nueva visión de la realidad, del entorno local, nacional e internacional y una nueva forma de relacionarnos entre si y con la naturaleza. Si la cultura y la ideología se transforman es claro que se modifican las relaciones sociales y el ser social, del yo pasamos al nosotros, de igual manera resulta afectada la política y el ser político, y en la medida que se impregnan de solidaridad, el poder como una relación de dominio subordinación daría paso a relaciones solidarias. Esto es al no poder.

Ahora bien es de suma importancia para la economía solidaria la organización, sin organización no es posible la economía solidaria. Y cuando hablamos de organización estamos pensando en la organización en las empresas solidarias, ya sea para producir o para hacer circular lo producido o sea para la comercialización.

Organización se necesita también para comprar, para tener acceso al crédito, para capacitarse o para articularse con otras empresas a nivel local, regional, nacional o internacional. Pero también es necesaria la organización para el consumo, esto es generar asociaciones de consumo solidario, lo cual posibilitaría satisfacer de mejor manera las necesidades básicas de la población y sería una forma de enfrentar el consumismo vía el consumo austero o racional.

Por otra parte, la economía solidaria exige para su adhesión el comprender que las causas últimas, en nuestra época, esto es aquí y ahora, de la pobreza, de la degradación ambiental y la discriminación de genero tienen a la raíz el sistema capitalista, la racionalidad capitalista y la funcionalidad de la sociedad capitalista, es por ello que en la búsqueda de soluciones a tales problemas, la economía solidaria tendrá que enfrentarse al sistema y tratar de irlo transformando desde la base, de arriba para abajo, sin esperar mucho de los gobiernos aunque éstos podrían contribuir a su desarrollo si estuvieran convencidos de que la economía solidaria es una alternativa real, teóricamente posible y humanamente deseable.

Continuaremos en un próximo artículo. Si alguien desea una lectura con mayores detalles les recomendamos nuestro libro: Lecciones de Economía Solidaria. Puede adquirirse en el departamento de economía de la UCA.

El desarrollo en la actualidad

Hablar de desarrollo en la actualidad no sólo exige darle respuesta a la injusticia, a la desigualdad, al desempleo, a la pobreza y a la exclusión social, a las carencias de salud, educación, vivienda y agua potable...

Exige también darle respuesta a la contaminación, a la degradación ambiental, a la extinción de especies animales y vegetales, al calentamiento global y a todas sus consecuencias negativas...

Hablar de desarrollo, exige ciertamente en primer lugar, rechazar el sistema capitalista por su carácter antropófago y ecófago, fundamentado en una racionalidad económica de maximizar beneficios a cualquier costo, humanos o materiales.

Pero debemos ir más allá, debemos cuestionar cualquier estilo de desarrollo fundamentado en el productivismo, que tiene  a la base una industria depredadora, contaminante y agotadora de recursos naturales no renovables, inclusive, bajo un sistema socialista.

Algunos proponen que más que seguir creciendo, lo que se necesita es mejorar la distribución de la riqueza. La sociedad humana no es que no produzca lo necesario y suficiente para satisfacer las necesidades humanas, sino que una parte muy pequeña de esa humanidad posee en demasía y consume en exceso, mientras que otros poseen poco o nada y mueren, incluso, por no poder satisfacer sus necesidades alimenticias.

Otros van más allá  y proponen el decrecimiento económico. Ciertamente, existen muchas actividades económicas, entre las cuales destaca la industria como una actividad que debería de frenarse y en vez de crecer, decrecer. A manera de ejemplo, piense en la industria automovilística y el impacto que tiene sobre los recursos naturales y el medio ambiente. ¿Realmente, la humanidad necesita de más vehículos? La visión del decrecimiento, parte del impacto que tiene en términos ambientales el crecimiento, lo cual obviamente tiene mucho sentido en los países desarrollados, pero no en los países subdesarrollados donde se padece de insatisfacción de muchas necesidades básicas, inclusive. Para estos países será necesario aún el crecimiento aunque de manera sostenible.

Otros, pensando  en la condición de dependencia que padecen los países subdesarrollados y considerando la dependencia como causa del subdesarrollo proponen la desconexión selectiva y temporal, lo cual implicaría desconectarse de la globalización generada por el capital transnacional y buscar la conexión o integración regional, ya no atendiendo a la racionalidad del capital, sino a las necesidades materiales e inmateriales de los pueblos, lo cual pasa por la nacionalización de los recursos y empresas extranjeras que expolian a los países y explotan a los trabajadores, generando miseria y degradación ambiental, entre otros muchos males.

Nosotros pensamos que si bien las propuestas anteriores pueden ser una respuesta a los problemas que se plantean es conveniente reiterar la necesidad de abandonar la racionalidad económica capitalista como paso previo a fin de posibilitar una mejor distribución de la riqueza, el decrecimiento y la desconexión.

Pero existe una exigencia adicional, cual es la de abandonar el sentido formal de lo económico y recobrar sus sentido sustantivo, esto es, que el ser humano como cualquier ser viviente requiere de un entorno que lo sustente a fin de satisfacer sus necesidades. En otras palabras lo que se buscaría es conciliar la economía con la ecología.

Ciertamente, los seres humanos precisan satisfacer sus necesidades materiales e inmateriales, pero en ese proceso de la producción social de su existencia es preciso abandonar la idea de dominio sobre la naturaleza, pero no para caer en la concepción opuesta de ser esclavos de la misma, sino que es preciso establecer una relación filial adulta, esto es, una relación de armonía entre la naturaleza y los humanos.

Pero bien, de lo dicho podemos concluir que un nuevo concepto de desarrollo exige renunciar no sólo al sistema capitalista y su racionalidad, sino al tipo de desarrollo industrial productivista, que nos ha conducido al consumismo. Necesitamos un tipo de desarrollo austero. Pero la austeridad exige de solidaridad. Y la solidaridad en lo económico tiene que ver con la producción, la distribución y el consumo de lo producido. Y si producimos, distribuimos y consumimos de manera solidaria podemos ser solidarios en todos los ámbitos de la actividad humana, tanto al interior de nuestra sociedad como en nuestras relaciones con otras sociedades.

En consecuencia, un nuevo concepto de desarrollo exige de una nueva economía, una economía sustantiva y solidaria.

N.B. Esperamos en otra ocasión referirnos a esa nueva economía.

Los cambios los conseguirá el movimiento social.

Decíamos en artículo anterior que la realidad actual exigía del movimiento social su organización a fin de cuestionar, proponer y apoyar al nuevo gobierno del Presidente Funes. En otras palabras, lo que queremos decir es que el nuevo gobierno es un gobierno fruto de la voluntad de las mayorías populares y el que sea un gobierno del cambio en mucho dependerá del accionar del movimiento social, en consecuencia no basta con cuestionarlo es necesario proponerle acciones concretas y cuando las circunstancias lo exijan habrá que apoyarlo decidida y masivamente. Sin embargo, tengo la impresión de que existen sectores sociales que no han logrado asimilar la nueva realidad, otros sencillamente siguen disfrutando del triunfo sobre la derecha, algunos están algo desencantados ya que no ven los cambios y sólo cuestionan pero no proponen, otros, sencillamente, esperan que el gobierno le de solución a los muchos problemas, dejemos de ser meros espectadores y convirtámonos en sujetos de nuestro destino.
 
Resulta obvio que el gobierno no cambiará el sistema y en esa medida habrá muchos problemas que no se enfrentarán radicalmente; sin embargo, de allí no se sigue que no sea posible cambiar nada.
 
Pues bien, para lograr los cambios posibles es preciso que los diferentes sectores sociales propongan acciones concretas y se movilicen para que esas propuestas se hagan realidad. Por ejemplo, yo he venido proponiendo diferentes acciones desde la perspectiva de la economía solidaria, se que existe una cantidad significativa de comunidades organizadas, así como ONGs, que comparten tal visión solidaria; sin embargo, no se manifiestan, no se hacen sentir y están desaprovechando una excelente oportunidad de hacer avanzar su trabajo y sus esfuerzos. Reitero, los cambios que haga este gobierno en mucho dependerán de las propuestas y del accionar del movimiento social.
 
Veamos otro sector organizado que guarda silencio: el movimiento cooperativista. Será acaso que no tienen problemas, que todo está bien para ellos o que no se han dado cuenta de la fuerza que podrían manifestar para hacer avanzar el trabajo colectivo, la propiedad colectiva y los beneficios sociales que de ellos se derivan. Ahora es el momento adecuado para actuar, para proponer y exigir, ya que se trata de un gobierno fruto de la voluntad de las mayorías populares. El que se desarrolle el movimiento cooperativista, en mucho dependerá de sus propuestas y de su acciones encaminadas a lograrlo.
 
Tampoco se observa ningún accionar por parte de las trabajadoras de las maquilas, un sector con pésimos salarios y con precarias condiciones de trabajo. Me parece que las organizaciones feministas debían de brindarles todo su apoyo a fin de que se organizan y que hagan cumplir sus muchas demandas insatisfechas. Creo que con la doctora de Avilés al frente del Ministerio del Trabajo existen condiciones favorables para conseguir todo aquello que en el pasado fue bloqueado por Ministros al servicio de la patronal. Lo anterior es válido para todo el movimiento sindical que en el pasado desempeñó un rol de suma trascendencia dentro del movimiento laboral, ahora es tiempo de reactivarlo y para ello es preciso crear sindicatos donde no existen y que se asocien los existentes. Si los dirigentes resultaran estar comprados o cooptados por la patronal el momento ha llegado de cambiarlos.
 
En cuanto al sector campesino tradicionalmente excluido, me parece que además de crédito, deberían de exigir una asistencia técnica apropiada a sus necesidades, a su realidad socioeconómica y a las exigencias ecológicas. Ahora es el momento para iniciar una transformación agrícola encaminada a la agricultura orgánica, a la seguridad y la soberanía alimentarias. Pienso que algo ya existe avanzado en este campo, gracias al apoyo de muchas ONGs y del movimiento ecologista, ahora se trataría de convertirlo en política de Estado, vía el Ministerio de Agricultura y Ganadería. El distribuir semillas mejoradas y fertilizantes químicos era la política de los gobiernos de ARENA, que beneficiaba más a los grandes empresarios de esta rama que a los campesinos.
 
Bien, podríamos ocuparnos de otros sectores sociales; sin embargo, nuestro propósito principal es que el movimiento social caiga en la cuenta del momento histórico en que vivimos y sostener la tesis siguiente: los cambios que se logren dependerán del accionar del movimiento social, lo cual implica proponer y actuar.