miércoles, 6 de octubre de 2010

Antropófago, ecófago y autófago

Leyendo el artículo de Justo Soto Castellanos, “La ética de Marx y el marxismo” –Rebelión.org, 27-04-09-, me encontré con esas tres palabras que califican de manera perfecta al capital y a su imperio, el capitalismo.  
 

El capital al devorar al ser humano y a la naturaleza, fuentes últimas de cualquier forma de riqueza, terminaría por devorarse a si mismo y el capitalismo, lejos de ser la prehistoria de la humanidad como lo veía Marx, terminaría por convertirse en el fin de toda historia humana.
 
Que esa es la tendencia que presenta el capitalismo en nuestro tiempo es evidente. La pobreza y la exclusión social son crecientes y la destrucción de los ecosistemas marcha de manera acelerada. ¿Aceptaremos resignadamente ese cruel destino como cerdos que marchamos al matadero? ¿O como seres humanos deseosos de humanizarnos nos rebelaremos al dominio del capital?
 
Ahora más que nunca la realidad –humana o material- nos está exigiendo ser anticapitalistas y al concebir así la realidad, se relativiza un sin fin de problemas que realmente son intrascendentes de cara a preservar la vida en nuestro planeta.
 
Es, obvio, que para quienes desprecian la teoría y a quienes nos ocupamos de la misma, resulten tan sólo palabras y para mas fregar, palabras rebuscadas de difícil comprensión. Lo importante dirán es lo real y lo concreto, aunque lo confundan con lo meramente fenoménico.
 
Pero ocurre que la pobreza y la exclusión social son realidades concretas, como lo es la destrucción de los ecosistemas y si comprendemos la realidad esencial del capitalismo, por medio de la teoría, comprenderemos sin mayor dificultad que, tales problemas no se pueden resolver sin cambiar el sistema capitalista. Mas si no contamos con el apoyo de la teoría, para el caso que nos ocupa la teoría de Marx, seguiremos dando palos de ciego.
 
Cuando yo propongo la economía solidaria, como base y fundamento para construir una sociedad solidaria, lo hago porque estoy convencido de que es una alternativa viable, para reemplazar el capitalismo. Y que como tal, se está construyendo en diferentes partes del mundo, con mayor o menor desarrollo, con mayor o menor claridad de los fines y objetivos últimos. Pero si, con mucha convicción, de que enfrentan los problemas generados por el capitalismo y que en consecuencia, no cabe esperar que éste los resuelva.
 
En consecuencia, una forma de luchar contra el sistema es promover alternativas al mismo y contribuir desde nuestro quehacer teórico a la construcción, desde las entrañas mismas del capitalismo, una forma diferente de vida y de trabajo, de realización personal y de ser feliz. Para ello, ciertamente, es preciso aprovechar cualquier espacio, cualquier resquicio, que nos deje el sistema. O bien, crearlos cuando no existan, pero lo importante es avanzar y fortalecer esta realidad, de manera que crezca y sea muy fuerte, para que resista y supere al capitalismo. Para así avanzar hacia una sociedad que sea la negación del capitalismo y de su carácter antropófago, ecófago y autófago.

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