miércoles, 6 de octubre de 2010

Los elementos constitutivos de la economía solidaria

Nos parece que son cinco los elementos constitutivos de esta nueva realidad: la asociatividad u organización, la autogestión y la solidaridad. Además nos parecen claves que la propiedad de lo producido se fundamenta en el propio trabajo y que se opera con una racionalidad, cuya finalidad no es la de maximizar el excedente, sino que se convierte en un medio para asegurar una vida digna a los trabajadores, esto es, la satisfacción de sus necesidades materiales y espirituales. 

En este sentido, la economía solidaria, no se reduce únicamente al ámbito económico, sino que se convierte en una forma de vida y de trabajo y en consecuencia se van generando los elementos de las nuevas estructuras sociales, políticas, culturales, jurídicas, etc.

La asociatividad

La asociatividad la entendemos como el hecho de asociarse o de organizarse con el objeto de obtener un determinado fin o resultado, por tanto, la asociatividad está presente en los diferentes ámbitos de la vida humana: sociales, económicos, políticos, culturales, ecológicos, etc.

Nos parece que la asociatividad es el elemento o el factor que posibilita el despegue, el desarrollo y la conservación del proyecto solidario. Así, por ejemplo, se puede iniciar con una directiva en un asentamiento humano y mediante su accionar se le va transformando en una auténtica comunidad. En tanto que sus miembros poseen comunidad de intereses, comunidad de proyectos, comunidad de energía y actividad. En este sentido no entendemos a la comunidad como un simple espacio físico en el cual habita un grupo de personas.

La asociatividad da paso a la comunidad y ésta da origen a nuevas formas asociativas, sin dejar de ser comunidad, por ejemplo: asociación de mujeres por el crédito, asociación de productores de hortalizas, asociación de mujeres ganaderas, asociación de productores orgánicos, etc.

La asociatividad con fines económicos va siendo complementada con la asociatividad con fines sociales: asociación de mujeres, de jóvenes, de educadores, de lisiados, etc.

De la asociatividad interna a la comunidad se avanza hacia la asociatividad externa, a la asociación de comunidades, a la asociación de asociaciones, etc.

La autogestión

Nos parece que el nivel más simple de autogestión es el que realiza el campesino o el trabajador por cuenta propia, en tanto que es el quien administra los recursos que posee, decide qué producir, cómo producir y cuánto producir, es el propio trabajador quien se encarga de proveerse el financiamiento y los insumos necesarios para producir, quien produce y a su vez quien procura realizar lo producido. 

Ahora bien, cuando se trata de una empresa colectiva y que es administrada por los trabajadores, la autogestión empresarial puede exigir una división del trabajo, en al menos tres ámbitos: administrativo-financiero, productivo y comercialización. Los trabajadores podrían decidir operar de manera rotativa, o inclusive, que todos hagan de todo, lo cual sería factible si se trata de una empresa muy pequeña.

Si bien la autogestión la concebimos como un elemento constitutivo de la economía solidaria, nos parece que a nivel de realidad, se encuentran diferentes grados o niveles de autogestión en determinadas empresas; sin embargo, se mantiene como meta a alcanzar. 

Supongamos que se inicia una determinada empresa con un alto nivel tecnológico y que los trabajadores no cuentan con la preparación necesaria para administrar la producción, en tal situación es perfectamente posible contratar a un técnico que se encargue de dirigir la producción a la par que capacita a los trabajadores, quienes posteriormente asumirán el control total de la producción.

La Solidaridad 


Por solidaridad se entiende: Sentimiento que impele a los hombres a prestarse una ayuda mutua. Es interesante la forma como se entiende la solidaridad, se habla de un sentimiento propio de los seres humanos que los mueve a ayudarse mutuamente. 

La solidaridad, propia de las empresas solidarias se hace presente en la producción y en la distribución, pero a nivel global de la economía solidaria también es posible detectarla a nivel de la circulación y del consumo.

Ahora bien, para que la solidaridad se manifieste a nivel de la empresa es preciso que la propiedad tenga carácter colectivo, ya que es entonces cuado se opera con procesos autogestionarios. Autogestión no sólo en el proceso de producción como tal sino en la planificación, en la gestión de recursos financieros, en la administración de los recursos humanos y materiales, en el destino de la producción, la comercialización, etc. El trabajo autogestionado es de suyo solidario, en tanto existe ayuda mutua entre los diferentes trabajadores. 

Siempre a nivel de la empresa también se hace manifiesta la solidaridad en los procesos de comunicación, en tanto de manera solidaria se comparte información, conocimientos, experiencias, descubrimientos, etc. Y esto es así en la medida que es del interés del colectivo de trabajadores mejorar la calidad de la producción, disminuir costos, incrementar la productividad e incrementar el excedente neto.

También se observa la solidaridad en lo que Luis Razeto, denomina “el factor c”, para referirse a la colaboración, la cooperación, la comunidad y que contribuye de manera efectiva a los resultados de la producción. Quizá para mejor entender el significado del “factor c”, cabría referirse a él, como la mística de trabajo que anima y entusiasma para dar lo mejor de si, para compartir información y conocimientos, para esforzarse más allá de lo esperado en condiciones normales de trabajo, etc.

La solidaridad también se manifiesta en la forma en como se distribuye el excedente, además de distribuirse una parte del mismo entre los trabajadores en base a su aporte en trabajo, también se destina una parte del mismo para ser usado con fines solidarios, ya sean otros trabajadores, otras familias o instituciones que buscan el beneficio social de la o las comunidades organizadas.

A nivel de la circulación de las mercancías producidas también es posible detectar la solidaridad ya sea procurando el intercambio entre equivalentes entre los integrantes de la economía solidaria, o bien obteniendo precios justos en los mercados solidarios, los cuales pasan a ser eslabones de la economía solidaria.

E igualmente la solidaridad se hace manifiesta en el consumo, en tanto no se busca abusar del uso o consumo de los bienes de existencia limitada, cual sería, por ejemplo, el uso del agua. Mucho menos del derroche, del cual nadie sale beneficiado. El derrochar recursos es peor que el robo. La solidaridad también se hace manifiesta en el hecho de que con el consumo no se generan efectos negativos sobre otras personas o sobre el ambiente.

Ahora bien, cuando se trata de propietarios individuales que trabajan por cuenta propia es obvio que la solidaridad puede ser únicamente ocasional, pero si se manifiesta de manera sistemática cuando los propietarios individuales se asocian para vender, comprar o captar recursos financieros, sobre si trabajan con microfinanzas solidarias.

Por otra parte, si bien la solidaridad juega un rol importante en el ámbito de la producción, de la comunicación, de la distribución, de la propiedad, etc. también encontramos solidaridad en el ámbito, cultural, ecológico, etc.

Por tal razón es que la asociatividad y la autogestión sin solidaridad no podrían tener las potencialidades que intuimos y por ello mismo es que la consideramos el tercer elemento constitutivo de la economía solidaria, de la sociedad solidaria.

La propiedad en la economía solidaria

Antes de desarrollar esta temática nos parece que es necesario establecer un principio que le da sentido y fundamento a la propiedad en la economía solidaria, el principio es el siguiente: la propiedad está fundamentada en el propio trabajo y en la justicia.

¿Cómo debemos entender el principio anterior? Seguramente la mejor forma de explicarlo es contrastándolo con lo que ocurre en la economía capitalista, donde la propiedad está fundamentada y garantizada jurídicamente, si se es propietario de una empresa o de acciones en una sociedad, poco importa que se trabaje en la misma y tampoco importa la forma en que se haya adquirido esa empresa o esas acciones. Esta es la razón por la cual, la propiedad privada capitalista da lugar a la explotación del trabajador asalariado y es fuente de grandes injusticias. En cambio la economía solidaria busca eliminar la explotación, mediante la autogestión y el control de la propiedad por los trabajadores. 

La propiedad está  referida a aquella que tenga un sentido económico o social, excluimos la propiedad personal. La propiedad con sentido económico se refiere a los medios de producción y de circulación. La propiedad con sentido social estaría referida a la propiedad de edificaciones, parques, canchas, museos, etc. que pertenecen a la comunidad.

La propiedad individual en la medida que contribuya a la eficiencia económica, parece que es aceptable, pero eso si, siempre y cuando no se convierta en un medio para la explotación. No obstante, entre los diferentes propietarios individuales se deberá procurar la cooperación, así como la generación de formas asociativas en los diferentes momentos del ciclo económico. Por ejemplo, asociarse para comprar y vender, asociarse para generar instrumentos crediticios. La cooperación es deseable en los procesos productivos, en tanto que posibilita incrementar la productividad del trabajo y se vuelve imprescindible en algunas tareas agrícolas, por ejemplo en la recolección de algunas cosechas, cuando el tiempo se convierte en un factor crucial. 

En cuanto a la propiedad familiar nos parece que se debería de estimular como un mecanismo de protección a la familia y por razones de justicia, ya que  generalmente participa toda la familia en los procesos de trabajo que posibilitan apropiarse de un excedente, el cual mediante el ahorro, podría transformarse en una nueva propiedad.

La propiedad asociativa se presenta como la forma de propiedad más acorde con una economía solidaria; sin embargo, pueden darse y de hecho ocurre la combinación de diferentes formas de propiedad. Por ejemplo, en el Grupo Bajo Lempa, encontramos: propiedad personal, propiedad cooperativa, propiedad comunal, e inclusive, propiedad institucional. La propiedad, que ciertamente, dejamos fuera es la propiedad capitalista.

Sin embargo, inclusive la propiedad asociativa podría dar lugar a algunos problemas, cuando fuera el caso de que en el proceso de producción se empleara a personas diferentes a los asociados y que son los propietarios de la unidad productiva, en tal situación se corre el riesgo de explotar a tales trabajadores no propietarios. Poco importa que los propietarios sean un conjunto de personas, ya que las empresas capitalistas cuando son sociedades anónimas, también están constituidas por un conjunto de personas. Ahora bien, si los propietarios asociados son los mismos trabajadores que es lo propio de la economía solidaria, no existe  ninguna posibilidad de explotación.

La racionalidad económica


Y el quinto elemento constitutivo de la economía solidaria es su racionalidad, esto es, lo que la da sentido a las actividades económicas. Influidos como estamos por el sentido formal de lo económico, en el cual lo económico se reduce a una relación de medios y fines, que al transformarse en una racionalidad económica capitalista, se expresa en minimizar costos y maximizar beneficios. Vistas así las cosas, pareciera que no puede existir otra racionalidad económica, que no sea la búsqueda de maximización del excedente como fin de toda actividad económica.

No obstante, en la economía solidaria la búsqueda del excedente, más que un fin es un medio para asegurar la reproducción material y espiritual de los trabajadores y sus familias. Ciertamente el excedente se presenta como necesario en tanto hace posible la reproducción en escala ampliada de la unidades económicas de la economía solidaria, como la economía solidaria misma, con lo cual se puede beneficiar a más y más familias.

Sin embargo, aún cuando una determinada empresa solidaria no esté obteniendo un excedente, sí está generando un beneficio social, en la medida que se genera empleo e ingresos para los trabajadores de esa empresa. Ciertamente, lo deseable es que la empresas se vuelvan sostenibles, que generen un excedente, pero en la medida que este no es el fin de la actividad económica, no se justifica su búsqueda por cualquier medio, cual sería el sacrificio de los trabajadores, ya sea en términos de ingresos, de intensidad y condiciones de trabajo o prolongando desmedidamente la jornada laboral. O bien, a costa de la degradación o contaminación ambiental. 

La racionalidad económica desde esta perspectiva se corresponde con el sentido sustantivo de lo económico, ya que es una racionalidad de vida, tanto de los seres humanos como del resto de seres vivientes. El fin de la actividad económica en la economía solidaria es asegurar la reproducción material y espiritual del ser humano, en condiciones de sostenibilidad ecológica, en consecuencia, en términos de desarrollo económico la economía solidaria es semejante a la visión de desarrollo humano sostenible. Aunque en su evolución, ya sea a nivel de modelo o mejor aún como sistema solidario, cuál sería su horizonte utópico, superaría a cualquier modelo de desarrollo humano sostenible.     

El excedente y su destino

En tanto que el excedente es el medio para conseguir el fin perseguido por la economía solidaria es preciso realizar algunas reflexiones en torno a su posible destino, pero antes de hacerlo es necesario precisar qué entendemos por excedente. De manera general el excedente es la diferencia positiva entre los ingresos y los gastos. Y el excedente puede ser excedente bruto y excedente neto. El excedente bruto sería igual: al valor bruto de la producción menos el consumo intermedio. Y el consumo intermedio incluye: materias primas, auxiliares, remuneraciones y otros gastos. Si al excedente bruto le restamos la depreciación de los medios de trabajo obtenemos el excedente neto.

Pareciera que si ya tenemos el excedente neto, lo único que está pendiente es la distribución del mismo; sin embargo, es necesario restarle otros rubros, cuales serían: reservas para una eventualidad, impuestos y gastos sociales. El remanente en el caso de la economía solidaria creemos que podría tener los destinos siguientes: a) reinversión, en la misma unidad productiva o en otras unidades productivas, cuando el monto fuese suficiente para hacerlo, de no serlo habría que ir creando un fondo de reinversión. b) inversión social. c) fondo de emergencias d) fondo solidario y e) distribución entre trabajadores propietarios.

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